GONZALO UN HOMBRE LEAL
Cuando hace poco tiempo –porque el tiempo nunca dejará de
ser relativo- se nos adelantó Ernesto Guerrero Celi, el querido Neto, se me
pidió que dijera unas palabras antes de que su sepultura acogiera sus restos.
Entonces rehuí el compromiso, porque tenía miedo al fracaso, a no estar a la
altura de lo que ese infausto momento demandaba.
Anoche, esta querida familia a la que he estado vinculado
desde hace más de cincuenta años, me pidió que afrontara este momento en el que
el dolor y la alegría se funden. Duele que el amigo nos deje para siempre, pero
–extrañamente- nos produce un sentimiento de paz y consuelo que sus
sufrimientos hayan terminado.
Pienso que el ser humano debe vivir hasta el momento en que
su existencia no se convierta en un sacrificio.
Formulado el pedido de esta querida familia. Mi conciencia
me dijo ¡esta vez no puedes esconderte! Simplemente di lo que sientes y acepté
de inmediato.
Es un alto honor expresar unas pocas reflexiones sobre lo
que fue y representó Gonzalo Guerrero Celi, un hombre noble, fiel a su
ideología y un humanista que pensó siempre en una sociedad mejor para todos.
El amigo que hoy nos dice adiós, fue mi hermano y mentor. Lo
fue también de muchos otros amigos y profesionales. Nos enseñó a distinguir los
vericuetos de la ideología que enmascaran a quienes oprimen y se oponen a toda
forma de justicia.
Decir adiós a un querido amigo; a un hombre que fue fiel e
incondicional a la ideología marxista-leninista, a un hombre dotado de un
enorme talento y perspectiva histórica, que siempre creyó que una sociedad
diferente, es una tarea que conlleva retos sentimentales y otros que
corresponden a la razón…
Intentando no caer en la retórica, solo pretendo develar y
que reflexionemos respecto de la trascendencia de quién hoy nos priva de su
presencia física.
Gonzalo nos deja como herencia su dignidad, nobleza y su
inclaudicable pensamiento liberador de las cadenas que sujetan sobre todo a los
más desposeídos. Para él, la igualdad de derechos fue el sueño de toda su
existencia.
De las múltiples enseñanzas que entregó Gonzalo, hay una que
siempre me motivó y que ahora comparto con ustedes. Me decía: el hombre y la
mujer, no deben tener miedo al fracaso, porque si lo tienen, fracasan. Aquellos
que no lo temen, adquieren la constancia.
Qué verdad más enorme contiene este pensamiento. Si uno
fracasa, no se acaba nada, ni su vida, ni sus proyectos ¡¡¡Simplemente nada!!!
El fracaso, cuando es asumido y debidamente procesado, permite avanzar hacia la
conquista de renovados objetivos. Esa es la dialéctica de la vida.
Gonzalo fue un ideólogo y, me consta, por lo que comparto
con ustedes esta anécdota, para que aquilaten la trascendencia del pensamiento
de este amigo: poco después de la creación de CEPE, la Corporación Estatal
Petrolera Ecuatoriana, los técnicos nacionales perforaron el primer pozo sin la
tutela de los especialistas de las compañías transnacionales.
Pedí a Gonzalo que cubriera la información y emprendió el
trabajo con el apoyo de Roberto Salazar, un extraordinario fotógrafo precursor
del cine nacional.
Gonzalo detuvo la ceremonia y solo permitió que continuara
una vez que uno de los obreros ecuatorianos que él escogió al azar, alcanzó la
cúspide de la torre de perforación y colocó la bandera del Ecuador. Así era Gonzalo,
un hombre capaz de dotar a los hechos de una profunda significación y
convertirlos en símbolos.
Gonzalo fue un patriota y un hombre que creyó firme e
inclaudicablemente en el valor de los ecuatorianos.
Hablar sobre la vida de Gonzalo demandaría horas y es obvio
que por respeto a su pensamiento concreto no lo voy a hacer…
… Con respeto les pido que me permitan señalar que –cumplido
el ciclo por el que todos los seres transitamos- el amigo, intelectual,
pensador lúcido, nos deja definitivamente, pero también nos deja un ejemplo
digno de imitar.
Gonzalo cumplió un sueño, dejar a sus hijos formados y para
ello contó con invaluable apoyo de su esposa y compañera Mélida, a quien rindo
mi homenaje y le agradezco, al igual que a sus hijos, por el honor que
dispensaron de articular unas reflexiones sobre un ser humano que obtuvo la
grandeza que certifica a los hombres honestos.
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Un hombre que vislumbró la unidad latinoamericana. |
Él vuelve a ser parte de los átomos que forman el universo.
Nosotros nos quedamos con sus lecciones y con su sinceridad, honestidad y
bonhomía.
Muchas gracias.
Discurso de Enrique Proaño, en el funeral de Gonzalo
Guerrero, el martes 16 de septiembre de 2014.
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