jueves, 18 de septiembre de 2014

Falleció Gonzalo Guerrero 1931-2014

GONZALO UN HOMBRE LEAL


Cuando hace poco tiempo –porque el tiempo nunca dejará de ser relativo- se nos adelantó Ernesto Guerrero Celi, el querido Neto, se me pidió que dijera unas palabras antes de que su sepultura acogiera sus restos. Entonces rehuí el compromiso, porque tenía miedo al fracaso, a no estar a la altura de lo que ese infausto momento demandaba.

Anoche, esta querida familia a la que he estado vinculado desde hace más de cincuenta años, me pidió que afrontara este momento en el que el dolor y la alegría se funden. Duele que el amigo nos deje para siempre, pero –extrañamente- nos produce un sentimiento de paz y consuelo que sus sufrimientos hayan terminado.

Pienso que el ser humano debe vivir hasta el momento en que su existencia no se convierta en un sacrificio.

Formulado el pedido de esta querida familia. Mi conciencia me dijo ¡esta vez no puedes esconderte! Simplemente di lo que sientes y acepté de inmediato.

Es un alto honor expresar unas pocas reflexiones sobre lo que fue y representó Gonzalo Guerrero Celi, un hombre noble, fiel a su ideología y un humanista que pensó siempre en una sociedad mejor para todos.

El amigo que hoy nos dice adiós, fue mi hermano y mentor. Lo fue también de muchos otros amigos y profesionales. Nos enseñó a distinguir los vericuetos de la ideología que enmascaran a quienes oprimen y se oponen a toda forma de justicia.

Decir adiós a un querido amigo; a un hombre que fue fiel e incondicional a la ideología marxista-leninista, a un hombre dotado de un enorme talento y perspectiva histórica, que siempre creyó que una sociedad diferente, es una tarea que conlleva retos sentimentales y otros que corresponden a la razón…

Intentando no caer en la retórica, solo pretendo develar y que reflexionemos respecto de la trascendencia de quién hoy nos priva de su presencia física.

Gonzalo nos deja como herencia su dignidad, nobleza y su inclaudicable pensamiento liberador de las cadenas que sujetan sobre todo a los más desposeídos. Para él, la igualdad de derechos fue el sueño de toda su existencia.

De las múltiples enseñanzas que entregó Gonzalo, hay una que siempre me motivó y que ahora comparto con ustedes. Me decía: el hombre y la mujer, no deben tener miedo al fracaso, porque si lo tienen, fracasan. Aquellos que no lo temen, adquieren la constancia.

Qué verdad más enorme contiene este pensamiento. Si uno fracasa, no se acaba nada, ni su vida, ni sus proyectos ¡¡¡Simplemente nada!!! El fracaso, cuando es asumido y debidamente procesado, permite avanzar hacia la conquista de renovados objetivos. Esa es la dialéctica de la vida.

Gonzalo fue un ideólogo y, me consta, por lo que comparto con ustedes esta anécdota, para que aquilaten la trascendencia del pensamiento de este amigo: poco después de la creación de CEPE, la Corporación Estatal Petrolera Ecuatoriana, los técnicos nacionales perforaron el primer pozo sin la tutela de los especialistas de las compañías transnacionales.

Pedí a Gonzalo que cubriera la información y emprendió el trabajo con el apoyo de Roberto Salazar, un extraordinario fotógrafo precursor del cine nacional.

Gonzalo detuvo la ceremonia y solo permitió que continuara una vez que uno de los obreros ecuatorianos que él escogió al azar, alcanzó la cúspide de la torre de perforación y colocó la bandera del Ecuador. Así era Gonzalo, un hombre capaz de dotar a los hechos de una profunda significación y convertirlos en símbolos.

Gonzalo fue un patriota y un hombre que creyó firme e inclaudicablemente en el valor de los ecuatorianos.

Hablar sobre la vida de Gonzalo demandaría horas y es obvio que por respeto a su pensamiento concreto no lo voy a hacer…

… Con respeto les pido que me permitan señalar que –cumplido el ciclo por el que todos los seres transitamos- el amigo, intelectual, pensador lúcido, nos deja definitivamente, pero también nos deja un ejemplo digno de imitar.

Gonzalo cumplió un sueño, dejar a sus hijos formados y para ello contó con invaluable apoyo de su esposa y compañera Mélida, a quien rindo mi homenaje y le agradezco, al igual que a sus hijos, por el honor que dispensaron de articular unas reflexiones sobre un ser humano que obtuvo la grandeza que certifica a los hombres honestos.


Un hombre que vislumbró la unidad latinoamericana.


Él vuelve a ser parte de los átomos que forman el universo. Nosotros nos quedamos con sus lecciones y con su sinceridad, honestidad y bonhomía.

Muchas gracias.



Discurso de Enrique Proaño, en el funeral de Gonzalo Guerrero, el martes 16 de septiembre de 2014.

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